Análisis – Stray
Una de robots y gatos
Hace unos 2 años, salía al mercado en Consolas y PC, un juego que levantó mucha expectación. Se trataba de Stray, un juego que nos prometía ponernos en la piel de un auténtico gato. Pues bien, ahora ese juego ha salido para Nintendo Switch y gracias a Meridiem he podido probarlo.
Para los que lo vierais en Consola o PC anteriormente, os diré que la adaptación a la pequeña de Nintendo es perfecta. Y tanto si lo visteis como sino, os invito a seguir leyendo y conocerlo mejor.
Un auténtico gatito
Pues sí, no puedo empezar de otra forma que no sea diciendo que nos ponemos en la piel de un auténtico gato callejero. Con unos excelentes gráficos, se nos introduce de lleno en nuestro personaje de cuatro patas nada más comenzar el juego. Y cuando digo un auténtico gato, es porque en todo momento parece ser un “auténtico“ gato. Los movimientos, los gestos, hasta el maullido está recreado con todo lujo de detalles. No cabe duda de que los creadores del juego han dedicado muuucho tiempo a estudiar y recrear los movimientos reales de los gatos.
Comenzamos con nuestra “familia“ gatuna, en lo que parece una azotea, al exterior de una ciudad. En lo que podemos interpretar como un tutorial, iremos recorriendo la zona saltando, trepando, bebiendo de los charcos y haciendo auténticos equilibrios en estructuras demostrando nuestras dotes gatunas. Pero tenemos la mala suerte de sufrir un percance y caer al vacio. Tras una caída que verdaderamente te deja mal cuerpo y angustiado, aparecemos cojeando y maltrechos en una especie de alcantarillado, moviéndonos con cuidado y malheridos conseguiremos acceder a una ciudad , La Ciudad Muerta, y aquí comienza nuestra verdadera aventura.
En un principio la idea sería conseguir salir de aquí y reunirnos con nuestra familia gatuna, pero conforme vayamos explorando la zona, veremos que nuestra aventura, nuestro destino, es otro.
Estamos en una ciudad con marcados tintes Ciberpunk, en la que no existen seres humanos, sino robots humanoides y otras extrañas criaturas. En ella, tras un rato de exploración y hacernos con el conocimiento pleno de lo que puede hacer nuestro felino superando algunos puzzles y saltando ágilmente por la zona, conoceremos al auténtico protagonista de la historia: el robot B12.
Pues si, hay que decirlo, pues este robot con nombre de vitamina, que enseguida se nos acopla, es el auténtico nexo de la historia. Gracias a él, que va hablándonos, traduciendo textos y guiándonos, nos meteremos de lleno en una trama para descubrir como el ser humano ha llegado a construir estás ciudades y porque . Le ayudaremos a recobrar fragmentos de su memoria que a su vez serán fragmentos de nuestra historia.
Explorando la ciudad muerta
Como ya comenté, nuestro lindo gatito puede hacer y lo hará, alarde de toda su agilidad e inteligencia para explorar la ciudad e ir avanzando en nuestra aventura. Tendremos que escalar, saltar, derribar botes que rompan cristaleras o pintura para hacer salir un robot limpiador y aprovechar para acceder a alguna zona. Pero esto no es ni tan complicado ni tan libre como parece.
Para cada salto o escalada, deberemos observar el entorno, hacernos una idea de la ruta, y luego ir acercándonos a cada zona hasta ver aparecer el icono que nos indica el botón que pulsar y hacia adónde. Esto puede parecer un poco “decepcionante“ al principio, pero es en realidad necesario para controlar el movimiento y acaba siendo casi instintivo al final y no nos molestará en absoluto. También habrá persecuciones y otras partes del juego dónde primará el sigilo. Por supuesto aún tendremos otro surtido de gestos y acciones gatunas pero con un único fin “estético“ dónde alucinar con el realismo de nuestro personaje, cómo puede ser afilarse las uñas en una alfombra, beber, o ronronear…
En definitiva el manejo del felino para superar los obstáculos no resulta muy exigente, pero tampoco tan simple como para no centrarnos en el juego.
Un mundo fascinante
Lo que más me ha impresionado del título es sin duda el apartado gráfico, ya no solo por la recreación fidedigna de un auténtico gato y su aspecto, sino del entorno que nos rodea. Y es que se trata de un mundo horizontal y vertical, debido a la naturaleza del personaje y sus habilidades, y está perfectamente diseñado y estudiado. Con cuidado en los detalles, nos muestra zonas abiertas mezcladas al instante con otras estrechas y angostas, con una perfecta transición entre ellas… Teniendo en cuenta que lo he jugado en Switch, debo destacar lo bien que se ve y funciona todo esto.
Pero no solo es visual el mundo de Stray, tiene un cargado toque filosófico que nos hará plantearnos cosas, cosas en torno a la vida y a la manera de ser (o no ser) de los humanos. Encontraremos desde robots que sienten y se plantean dudas existenciales , hasta criaturas peligrosas que han conseguido desarrollarse gracias a la desaparición del propio ser humano. Todo este mundo y todas esas ideas se nos irán planteando mientras ayudamos a nuestro B12 y de paso hallamos el camino de vuelta con los nuestros.
¿Y ahora?
Pues ahora poco más… Stray es un juego con pocos temas secundarios en los que liarnos y lo que me parece un gran fallo: poca libertad de exploración. Teniendo en cuenta el personaje y sus características, se podría haber metido más zonas libres, algunos extras que descubrir… etc. Es un juego bastante lineal, simplemente vas siguiendo la historia, que aunque no es mala, se queda corta y hace que el juego no sea “rejugable” una vez completado.
En definitiva, y pasando ya a mi típico resumen, estamos ante un juego con una idea muy interesante y atractiva, con un cuidado gráfico y de realismo “ gatuno” destacable, pero al que creo se le podía haber sacado mucho más partido y acaba sabiendo a poco.
Como he repetido varias veces, gráficamente es delicioso, y más teniendo en cuenta que lo he jugado en Switch. Y sigo alucinando con el realismo de nuestro personaje y sus acciones.
El sonido logra mantenerte inmerso en el juego y en la ciudad, tanto la banda sonora como los efectos o el ambiente están bien creados.
Hablando de la jugabilidad podemos decir que está a la altura de lo que vamos hablando. Multitud de acciones y movimientos pero fáciles de realizar pues prácticamente están orquestados por iconos que nos indican qué y cómo hacerlo. La cámara es lo único que a veces cuesta controlar para apuntar al lugar exacto o visualizar lo que necesitamos.
La historia es una profunda reflexión filosófica sobre aspectos del ser humano planteados a traves de un robot y su pasado. El gato queda prácticamente en segundo plano. No se trata de un simulador, eso quedó claro. Ni me ha entusiasmado, ni me ha decepcionado.
El entretenimiento creo que es el punto flojo del juego, cuando en realidad esperaba todo lo contrario. Prácticamente no hay secundarias ni extras, ni tenemos libertad de movimiento en el juego. Se trata de una aventura que seguir de principio a fin, completable en 4 o 5 horas, que acaba y punto.
Desde Somos Gaming damos las gracias a Meridiem por facilitarnos el juego para la elaboración de este análisis
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