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Análisis – Survivalist: Invisible Strain REVIEW

Análisis – Survivalist: Invisible Strain

Tu propia comunidad en el apocalipsis zombi

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Un regalo, personalmente hablando. Y he de decir que Survivalist, la primera parte de este juego, es uno de los que más jugué en su momento, llegando casi a las 3 cifras de horas. Y gracias a GamePress, nos ofrecieron dos claves para poder probar este juego, una para Steam y otra para Xbox, dónde pudimos comprobar las diferencias entre ambas versiones de este juego que salió el 25 de abril de 2025 tras muchos años de Early Access. En este juego del creador solitario Bob L’Eponge no soy, claramente, objetivo por lo que me ha gustado esta primera parte, pero intentaremos realizar una reseña lo más delicada posible sobre el mismo.

Tras un extenso periodo de maduración de casi cinco años en Acceso Anticipado, el juego ha alcanzado su lanzamiento completo, presentándose como una propuesta de supervivencia profunda, compleja y con una identidad propia muy marcada. Como he dicho, es sucesor espiritual y mecánico de su predecesor de hace una década, Survivalist, este nuevo capítulo expande sus ideas con una ambición que desafía su modesto presupuesto, prometiendo una experiencia donde cada decisión, y no cada bala, es la que cuenta.

Lanzado inicialmente en Steam y ahora disponible en Xbox Series, este juego es un ambicioso simulador de construcción de colonias en un mundo abierto devastado por una plaga zombi. Lejos de ser un simple juego de acción, su propuesta se centra en la complejidad de las relaciones humanas y la gestión comunitaria en medio del caos, generando altas expectativas entre los aficionados al género de supervivencia que buscan una experiencia con mayor profundidad estratégica, recordando en parte a la saga State of Decay, Project Zomboid o State of Decay, pero con una personalidad propia que lo hace único y, a su vez, brutalmente exigente.

 

 

Pantalla de inicio

El primer contacto con Survivalist: Invisible Strain ya nos deja clara su identidad. Nos recibe con una estética cel-shading (heredado en parte de su predecesor) que evoca inmediatamente al estilo de cómic de títulos como The Walking Dead de Telltale o incluso Borderlands. Los menús son funcionales, claros y directos, sin artificios innecesarios. A nivel estético, el juego no pretende competir con las grandes producciones; su apartado gráfico es modesto y funcional, enfocado más en la claridad de la información que en el deleite visual.

El juego no tarda en mostrar sus cartas: estamos ante una hibridación de géneros. Es un juego de supervivencia, sí, pero también es un simulador de gestión, un RPG y un constructor de bases. La atmósfera que transmite desde el primer momento es la de un mundo implacable y solitario, donde cada decisión cuenta y la desconfianza es la norma. La primera impresión es la de estar ante un proyecto con una visión muy clara, aunque quizás demasiado ambiciosa para su propia escala.

Antes de lanzarnos al yermo, el juego nos presenta un sistema de creación de personajes bastante competente. Podemos personalizar la apariencia, la vestimenta y el equipo inicial, pero lo más destacable es la selección de rasgos de personalidad. Estos rasgos no son un mero añadido cosmético; definen cómo nuestro personaje interactuará con el mundo y, lo que es más importante, cómo los demás supervivientes reaccionarán ante nosotros, siendo una pieza clave para el futuro de nuestra colonia. Todo esto afectará a la interacción con otros PNJ y hasta nos permite elegir un «kit» inicial. Del mismo modo, la generación del mundo es totalmente personalizable, pudiendo ajustar el tamaño del mapa, la estación del año, la hora de inicio y hasta el porcentaje de cada bioma, garantizando que no habrá dos partidas iguales.

Una vez creado el personaje, el juego nos abandona a nuestra suerte, y es aquí donde demuestra su naturaleza brutal. Los primeros compases son una lección de humildad: morirás. Morirás mucho. Ya sea a manos de los infectados o, más frecuentemente, asaltado por otros supervivientes que te robarán hasta la ropa. Esta fase inicial, tan despiadada y carente de guías, puede resultar frustrante y sin duda espantará a los jugadores menos pacientes. Aprender a jugar sin el tutorial es un proceso de ensayo y error, donde la observación y la cautela son nuestros mejores tutores para dar esos primeros pasos que nos permitirán, eventualmente, encontrar un lugar en este mundo hostil.

 

 

¡Empezando a jugar!

El juego es diferente si lo iniciamos en modo historia o Sandbox. En este segundo nos abandona a nuestra suerte, con una interfaz clara pero densa en información: minimapa con niebla de guerra, indicadores de hambre, sed, sueño y temperatura corporal, y un inventario que pronto se convertirá en nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo. Los primeros pasos consisten en aprender a leer el entorno y a gestionar nuestros recursos. El juego no nos lleva de la mano; cada acción se aprende a través de la experimentación. Recoger unas cerillas, encontrar una caja de herramientas cada objeto desbloquea dinámicamente nuevas recetas de fabricación en nuestro inventario. Esta aproximación fomenta una mentalidad de superviviente desde el primer minuto: la curiosidad y la cautela son nuestras principales herramientas para no perecer antes de que caiga la noche.

Si estamos hablando del modo historia, los primeros pasos son una lección de humildad. El tutorial nos lleva de la mano sutilmente; nos arroja a una situación hostil donde la primera interacción humana puede acabar en un combate a muerte. Aprender a rendirse, a negociar y a entender las complejas mecánicas de sigilo y combate es un proceso de ensayo y error constante, donde cada fallo se paga caro. Esta curva de aprendizaje, casi vertical, será el primer gran filtro que separará a los jugadores pacientes de aquellos que busquen una experiencia más directa.

 

 

Disfrutando de la partida

Una vez superada la barrera inicial, Survivalist: Invisible Strain comienza a desplegar su enorme potencial. El núcleo del juego no es solo sobrevivir, sino construir una comunidad. Cada PNJ (personaje no jugador) tiene su propia personalidad, sus necesidades, miedos y opiniones sobre nosotros y sobre los demás miembros del grupo. Sin embargo, reclutar aliados es una tarea ardua; no basta con encontrarlos, hay que conversar, conocer sus nombres, sus roles, ganarse su confianza y entender sus personalidades para que decidan unirse a nuestra causa. Este sistema de relaciones es profundo, aunque considerablemente menos intuitivo que en otros títulos del género. La mecánica social es un pilar fundamental: deberemos gestionar el estado de ánimo, resolver conflictos y ganarnos la confianza de nuestros compañeros para que colaboren.

La gestión de la colonia es el otro elemento central. Deberemos recolectar recursos, lo cual implica tareas como talar árboles o picar piedra, un proceso que puede volverse tedioso si se juega en solitario, pero que se agiliza al asignar tareas a los miembros de nuestra comunidad. El sistema de construcción y crafteo es completo, pero, como muchas otras facetas del juego, se siente tosco y poco amigable para el usuario (user-friendly).

El sistema de supervivencia es igualmente profundo. El frío, las heridas, las infecciones, el hambre y la sed son amenazas constantes. El sigilo es vital, y factores como la dirección del viento pueden delatar nuestra posición a los infectados.

La exploración de Moose Valley nos revela un mundo lleno de facciones con sus propias agendas, desde los restos del gobierno con FEMA hasta bandas de saqueadores. Las misiones nos obligan a tomar decisiones difíciles que tendrán consecuencias tangibles en nuestra relación con estos grupos, añadiendo una capa de rol y estrategia a la experiencia. El saqueo de diferentes lugares es esencial. Entrar en una casa no nos muestra su interior, pero al salir, el juego simula que nuestro personaje ha registrado el lugar, permitiéndonos saquear su contenido. Además de las casas, los coches, buzones y hasta los cubos de basura pueden contener objetos vitales. La gestión del peso es crucial, y encontrar una mochila más grande se siente como una victoria mayúscula.

El sistema de combate cuerpo a cuerpo es uno de sus puntos más innovadores. Con un clic derecho, entramos en un modo de apuntado que nos permite dirigir nuestros golpes a partes específicas del cuerpo. Golpear las piernas de un zombi lo derribará, dándonos una ventaja táctica, pero no lo matará. Para acabar con ellos, es necesario un golpe certero en la cabeza. Esta mecánica añade una capa de profundidad y habilidad que se agradece en los enfrentamientos. Sin embargo carece de la fluidez y el impacto que se esperaría, resultando a menudo impreciso y torpe. La inteligencia artificial de los zombis presenta un desafío constante, con su agresividad y resistencia que obligan al jugador a ser cauteloso.

A pesar de estas asperezas, el juego brilla en la creación de una atmósfera inmersiva. El sistema de clima dinámico, con ciclo de estaciones, no es solo un detalle visual, sino que afecta directamente a la jugabilidad, obligándonos a buscar ropa adecuada para no perecer ante el frío o el calor. Es en la suma de estas ideas — la gestión social, la supervivencia extrema y la construcción — donde el juego demuestra su genialidad, aunque la ejecución final no siempre esté a la altura de su ambición. La gestión del inventario, el peso, los menús del juego se pueden hacer todo un mundo si no estás dispuesto a jugar muchas horas hasta entenderlo.

 

 

¡Sólo un rato más!

El título ofrece una rejugabilidad considerable gracias a sus dos modos de juego principales. Por un lado, un modo historia, que se recomienda abordar una vez familiarizados con las mecánicas básicas. Por otro, un modo de mundo abierto con generación procedural, que permite modificar parámetros del mapa y ofrece una experiencia más libre y rejugable, ideal para empezar.

Incluye un modo cooperativo en línea, una función que encaja perfectamente con su enfoque comunitario y que, sin duda, puede aliviar la tediosa recolección de recursos y añadir una nueva dimensión estratégica a la gestión y la defensa de la base. El modo cooperativo transforma la experiencia, permitiendo compartir la lucha por la supervivencia con amigos, lo que alivia la tensión y abre nuevas posibilidades estratégicas. Por su parte, el soporte de la Workshop asegura un flujo constante de contenido creado por la comunidad, desde nuevos objetos y mecánicas hasta escenarios completos, dotando al juego de una vida útil que pocos títulos pueden igualar.

La rejugabilidad se antoja inmensa. La detallada creación de personajes, junto a la naturaleza emergente de las interacciones sociales y los eventos del mundo, asegura que no habrá dos partidas iguales. Aunque el mapa parece ser estático, la forma en que se desarrollan las relaciones y los conflictos en nuestra comunidad garantiza una experiencia nueva en cada intento. La duración del juego es potencialmente infinita, dependiendo del tiempo que el jugador desee invertir en construir, expandir y proteger su asentamiento.

 

DIFERENCIA ENTRE VERSIONES

Creo que el uso del ratón favorece más que el del mando, y que los controles, al menos los preestablecidos, se hacen un poco incómodos en la XBOX. Los menús, por ejemplo, son ambos algo incómodos, pero el no poder usar la cruceta en los menús es curioso. El manejo de los personajes se hace más intuitivo también en el PC que en la consola, pero quizás el combate sea un poco más cómodo.

A nivel de gráficos, realmente se ven semejantes, tal cómo se puede observar en las imágenes.

 

 

OPINIÓN

Survivalist: Invisible Strain es la definición de un diamante en bruto. Es un juego con un alma inmensa, repleto de ideas brillantes y una profundidad sistémica que ya quisieran para sí muchas producciones de mayor presupuesto. La gestión de la comunidad, las complejas relaciones sociales, los diferentes tipos de virus y las enormes posibilidades de crafteo y construcción son la prueba de una creatividad desbordante.

Sin embargo, su brillantez viene acompañada de una ejecución tosca. Los controles son poco intuitivos, el combate es ortopédico y la curva de aprendizaje es tan despiadada que puede frustrar a muchos jugadores antes de que puedan descubrir sus virtudes. El apartado técnico, claramente anticuado, tampoco le hace favores.

¿Es una buena opción? Para el nicho de jugadores que buscan el simulador de supervivencia definitivo, que disfrutan con sistemas complejos y no les asusta una interfaz abrumadora y una falta de pulido general, Survivalist: Invisible Strain es una compra casi obligada. Es un juego que recompensa la paciencia y el intelecto. No obstante, si buscas una experiencia más accesible, pulida y cinematográfica, probablemente deberías mantenerte alejado.

¿Lo recomiendo? La respuesta es un «sí» condicional. Es un juego de nicho, una joya imperfecta, una propuesta honesta, profunda y gratificante. No es un juego que busque deslumbrar con sus gráficos, sino con la complejidad y la interconexión de sus sistemas de juego.

 

GRÁFICOS: No son el elemento más destacable, pero son bastante adecuados y en su estilo cell-shading o novela gráfica, destacan lo adecuado. Este estilo artístico cel-shading distintivo que le confiere una fuerte identidad visual.

HISTORIA: Bien integrada, la historia que tenemos delante es un guion a seguir, no una obligación en este mundo bastante abierto.

SONIDO: Decente cantidad de sonidos, de música y de acompañamiento, aunque no destacables. Aunque el diseño sonoro se siente brusco y falto de refinamiento.

JUGABILIDAD: Algo tosca, incómoda en ocasiones, aunque solvente.

ENTRETENIMIENTO: Interesante para aquellos a los que les guste el género de zombies y de construcción.

 

 

Desde Somos Gaming queremos dar las gracias a GamePress por facilitarnos clave del juego

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Pablo
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