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Cortar por la línea de puntos, una rara joya semi desconocida de Netflix

 

“Cortar por la linea de puntos” es una miniserie de animación italiana que tuvo un cierto éxito en Neflix en 2021, aunque ya sabéis como va esto ahora, formó algo de revuelo durante un par de semanas y a otra cosa. Y ahora es cuando muchos os preguntareis ¿Por qué debería ver yo una serie de animación italiana semidesconocida? La respuesta corta es porque esta maravilla no te va a dejar indiferente. Incluso si no te gusta la animación.

La larga es que se trata de una obra única en su especie, una joya rara y bellísima, que, envuelta en un humor entre cínico y surrealista, trata temas de total actualidad, sobre todo para aquellos que andamos a caballo entre los últimos representantes de la generación X y los primeros milenial, tan perdidos en este mundo actual lleno de nuevos usos y costumbres y de la incertidumbre que nos acompaña en estos tiempos modernos. El amor, la amistad, las relaciones toxicas, la dificultad de relacionarnos fuera del entorno digital, y ese vacío existencial que puede sumergirte en una espiral de oscuridad de la que es difícil salir a pesar de, en teoría, tenerlo todo.

 

Zero, solo un tipo más tan perdido en el mundo como cualquiera.

 

Ya lo adelanto Aldous Huxley hace décadas en su obra cumbre, “Un mundo feliz”, novela que recomiendo siempre con fervor; la felicidad no está en el mundo, por mucho que este pueda ofrecerte todo lo que necesitas, si no dentro de uno mismo, al igual que la tristeza más profunda y devastadora.

A su favor, y poniéndonos prosaicos, también tiene la ventaja de que dura apenas 90 minutos, repartidos en 6 capítulos que se ven en un plis, además creo que la mejor forma de verla es en un mini maratón, como si fuese una peli, para no perder nada de la atmosfera en la que nos imbuye, y del círculo perfecto que forma su relato.

También cuenta a su favor que, al ser italiana, veremos un tipo de sociedad mediterránea, con sus pros y sus contras, alejada de las producciones norteamericanas que, aunque nos resultan familiares por la cantidad de productos yanquis que hemos visto, están tan alejadas del modo de vida de las gentes del sur de Europa.

Es una obra que te hará reír, o al menos sonreír la mayor parte del tiempo, incluso soltar alguna carcajada, aunque pocas cosas hay más personales que el sentido del humor. Lo que sí es seguro es que te hará llorar, a no ser que tengas el corazón de piedra.

Y si no te gusta, solo habrás perdido 90 minutos, y ahí tienes Twitter, o X o lo que sea ahora, para echármelo en cara.

Dicho todo esto, vamos al lio.

 

Una brizna en la hierba

 

Lo primero, y antes de entrar en el argumento, del que hablaré lo justo para no perjudicar la experiencia, y como obra de animación que es, he de destacar que el dibujo os puede parecer algo raro al principio, pero que termina funcionando muy bien, y además está lleno de detalles y hallazgos, y que tiene momentos en los que, en conjunción con la música (¡Que temas, y que bien colocados!) nos regalara escenas de pura poesía audiovisual!

Zesarone son dos personas, el autor y el protagonista de esta historia. Por una parte es un dibujante de comics romano, que convenció de alguna manera a Neflix para que publicara esta rara joya, y por otro, el personaje que nos cuenta en primera persona la misma, basada en sus propia vida y vivencias. Tan personal es la obra que durante el 85% de la misma, Zero nos contara la historia en primera persona, mirando a cámara, como si se tratase de un documental. Tanto es así que incluso pondrá voz al resto de personajes, salvo al final, por motivos que, por supuesto, no pienso contar. Tendréis que verla para descubrirlo.

Zero es un tipo cualquiera, un tanto raro y maniático, pero nada del otro mundo, ni villano ni héroe, sino alguien perdido en esa bruma en la que nos movemos la gran mayoría, llena de dudas, buenas intenciones y egoísmos luchando entre sí. El típico del que dirías “A veces es un capullo, pero es mi amigo, un buen amigo”. El tipo de amigo que puede no contestarte a un wasap durante semanas, pero que si lo llamas a las cuatro de la mañana con un problema, se levantara arrastrándose de la cama e ira al rescate. Eso sí, siempre que no se trate de algo emocional, pues en ese campo Zero es un cero a la izquierda.

La historia comienza con un mosquito y una frase, que ya nos va a marcar el tono del resto del relato. Este irá saltando desde el 2021, con un Zero de 37 años, hasta distintas épocas de su vida; niño retraído, adolescente desnortado, valga la redundancia, joven pluriempleado y desencantado, hasta llegar al actual dibujante cínico y antisocial que vemos en pantalla. Bueno, de cínico y antisocial siempre tuvo algo desde niño, aparte de calentarse la cabeza más de la cuenta con absolutamente todo. Al menos hasta que su buena amiga Sarah, una idealista despreocupada y alegre, le dice, cuando eran solo unos niños; “No eres más que una brizna en la hierba, deja de pensar que toda gira en torno a ti

En definitiva, quítate el peso del mundo de tus hombros, porque para la mayoría de ese mundo no existes, y en tu entorno apenas pasas de ser un personaje secundario, cuando no un mero NPC que pulula por ahí con sus cosas, como cada cual con las suyas. Solo tienes influencia real en la vida de unas pocas personas, y son de esas de las que tienes que preocuparte. Pude sonar cínico, pero tiene mucho de cierto. Además, Sarah es la más vitalista, coherente y realista del grupo, aún con sus propias miserias. Y desde luego no tiene pelos en la lengua.

 

Desde niños, Sarah le pone las cosas claras a Zero cuando es necesario.

 

Y hablando del grupo, o mejor dicho, cuarteto de amigos protagonistas, pasemos a presentar a los dos que nos faltan. Por una parte, Secco, amigo del colegio de Zero, al igual que Sarah, pero al contrario de esta, Secco es de poca conversación, lo único que le interesa es ir a “pillar un helado” A Zero le fascina la sangre fría de Secco, la forma impasible en la que afronta su vida. Es un tipo que vive “con la espada de Damocles siempre sobre su nuca, y ni se inmuta” en palabras de Zero. Él vive día a día, como Rambo, y es que se dedica al póker online. No puede ser más distinto de Zero, pero ya sabéis lo de los polos opuestos, así que se convierten en los mejores amigos. Eso sí, cuando Secco habla de algo que no sea ir a por helado o el póker online, hay que escucharlo, porque puede ser un tipo simple, pero no un tonto.

La última componente en incorporarse a ese variopinto equipo es Alice, que se une al resto por medio de Sarah, la cual se la presenta a Zero en un local de música. Es una chica alegre y simpática, que le propone a Zero en varias ocasiones que la acompañe fuera a fumar. A Zero le ha hace tilín desde el principio, pero nunca lo hace, porque el no fuma. Muy bien por sus pulmones, por lo demás mal, Zero, muy mal.

 

El cuarteto de “amigos” protagonistas de la serie.

 

La historia avanza, y aquí aclarar que existen varias líneas temporales que se entremezclan.

Una vez conocidos los orígenes, el relato va repasando lo ocurrido entre el momento de conocer a Alice, hace 20 años, y la actualidad de Zero, en un día terrible que el tipo comienza mojándose los pantalones de orín ajeno en el baño de un bar donde está desayunando con Sarah, Después, camino de recoger a Secco, se le pincha una rueda. Como “buen” varón mediterráneo se dispone a cambiarla tirando de hombría, y también como buen varón mediterráneo, llama a su madre cuando fracasa estrepitosamente en su intento para que lo saque del apuro. Para colmo, Secco llega tarde, como siempre, lo que pone aún más de los nervios a Zero. Además, en el tren que cogen para llegar a su destino, el aire esta tan frío que Zero no puede dejar de indignarse más y más, ante la indiferencia de todos.

Y es que este viaje de un día, que viviremos junto a Zero, Sarah y Secco desde el desayuno hasta el ocaso, su destino y su motivo, es el hilo conductor de la obra, donde el autor entrelaza flashback de los últimos 20 años de idas y venidas, decepciones, miedos y dudas, y de una sombra que se va cerniendo sobre el relato conforme avanza el día y los años. Un destino y motivo sobre los que Zero, refugiándose en las quejas sobre sus dramas primermundistas, no quiere pensar, hasta que el armadillo lo coge por banda y le dice las cosas claras. ¿No lo había dicho aún? Su conciencia es un armadillo gigante, el cual tiene algunas de las sentencias más contundentes, y en ocasiones tronchantes, de toda la serie, además de revelarnos los pensamientos más profundos y sinceros de Zero. Y su madre es la gallina de la peli de Disney de Robin Hood, y una alumna suya es un ratón bicéfalo, entre otras locuras. Pero no os quedéis con esas pequeñeces. Esto va más allá, pero mucho más allá.

Y aún quedará al final una tercera, corta y emocionante situación temporal de la que, repito, no hablaré. Y es que aquí llega el punto en el que me debato entre que contar y que no, y con lo dicho, creo que es suficiente. Comentar también que, si pasados los 2 o 3 primeros capítulos te preguntas “pero, ¿Dónde esa la profundidad y los temas trascendentales de los que habla este tipo?”, no desistas y termínatela, cierra ese círculo que comentaba al principio, y después me cuentas. No hablaré más, pues esta es una de esas obras a descubrir, con las que dejarte epatar, y de la que cuanto menos sepas, mejor.

Solo añadir, como nota final, que pocas historias me han tocado más la fibra y me han descolocado más que esta maravillosa tragicomedia poética, disfrazada de obra de animación alocada y humorística, pues, como decía al principio, pone el objetivo en muchos de los temas que perturban a las generaciones X y milenial, algunos tan banales y comunes como pasarse el rato decidiendo que ver en Netflix, para no acabar viendo nada, y otros, que también nos atañen a todos de una u otra manera, de una importancia vital y de tristísima actualidad.

 

Aveces solo queda seguir adelante, recordar que no somos más que una brizna entre la hierba, y apoyarnos en los hombros de los nuestros, con tal de que el peso del mundo no nos aplaste. Y en ocasiones, ni siquiera eso es suficiente.

 

Santiago
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