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Análisis – Pax Augusta REVIEW

Análisis – Pax Augusta

Constructor de ciudades romanas “old school”

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Y sin que esto de old school signifique “anticuado”, creo que tenemos delante uno de esos juegos que a los locos de construir ciudades nos pueden tener un montón de horas delante de la pantalla, pese a sus carencias o incluso errores. Porque incluso lo del meme de “Los hombres siempre piensan en el Imperio Romano” ayuda en este caso: Es volver a la saga “Caesar” y a construir todo lo romano como “Builders of Egypt” que reseñamos aquí lo fue a Faraoh. Y es que hay todo un nicho concreto de construcción de ciudades desde el SimCity de Sid’s Meier, pero la combinación con lo histórico y en especial lo romano tiene un plus. Pero es que además este juego tiene la virtud de ser uno de los que históricamente es más fieles, de todos los que conozco, respetando en multitud de detalles la historia romana, y amigos mucho más expertos en Historia que yo me lo confirman: está muy bien hecho.

Para comenzar a hablar de este videojuego, hay que recordar que el majestuoso Imperio Romano ha servido como una inagotable fuente de inspiración para incontables propuestas lúdicas (desde títulos de acción en tercera persona, inmersivos RPG postapocalípticos a cautivadoras aventuras gráficas). Pero hoy venimos a tratar uno de los géneros más exitosos, el de constructores de ciudades. Históricamente tenemos nombres propios como la aclamada saga Caesar, que han marcado un antes y un después, ilustre lista a la que ahora se suma Pax Augusta. Desarrollado íntegramente por Roger Gassmann (quien, según revela en entrevistas, creó el juego inicialmente para sí mismo) y distribuido por Senatis, este constructor de ciudades, lanzado el 17 de abril de 2025, es una propuesta históricamente precisa y rebosante de detalles únicos. Sin embargo, pese a su innegable ambición y personalidad, la experiencia se ve empañada por la presencia de errores que requieren atención. La copia de reseña del juego nos la ha cedido la propia desarrolladora y hemos podido probarlo durante unas semanas antes de hacer esta reseña para PC. Por ello, les agradecemos la oportunidad de probar este juego al que personalmente tenía ilusión por probar. Y es que uno de los elementos más reales que tiene es el de los sistemas sociales de la antigua Roma, elemento que está especialmente bien integrado. En ese sentido, este juego me encanta.

Este juego dice de si mismo que es «probablemente la simulación de construcción de ciudades antiguas más auténtica», y creo que puede ofrecer una experiencia profundamente inmersiva en la Roma antigua, aunque creo que no alcanza la grandeza de un triunfo romano, sí tiene el potencial para tener un hueco en el disco duro de los jugadores más entregados.

 

 

Pantalla de inicio

Entrar en Pax Augusta da la impresión de un título que aspira a la grandiosidad, que aspira a esa romanidad impactante y poderosa del Coliseo o el Panteón. El menú inicial, elegante, sugiere la seriedad y el compromiso histórico que el desarrollador, Roger Gassmann, ha infundido en su obra. Rápidamente los menús permiten acceder rápidamente al modo historia, campañas libres o tutoriales

Nos encontramos ante un constructor de ciudades con una clara vocación de simulador del Imperio Romano, un género que evoca inmediatamente reminiscencias de clásicos como la saga Caesar como con la vista isométrica. La estética inicial, con su enfoque en la precisión histórica, nos sumerge de inmediato en la atmósfera de la antigua Roma, con una experiencia profunda y detallada en cuanto a la gestión y desarrollo de una urbe romana. Queda claro que el género es un “city-builder” puro, enfocado en la planificación urbana y la gestión de recursos, con un énfasis casi arqueológico en recrear la arquitectura romana. La ausencia de elementos fantásticos refuerza su vocación de simulador histórico, pero sin olvidar la parte de la simulación social.

Nos podemos ver en Pax Augusta como quien es constructor de dioramas o maquetas, dada su meticulosidad en los detalles históricos y arquitectónicos. Se siente muy muy realista.

 

 

¡Empezando a jugar!

Cuando uno comienza a jugar y se introduce en Pax Augusta lo hace a través de su modo historia, inspirado en los escritos del historiador romano Tácito, lo que de por sí ya es una declaración de intenciones de un tamaño monumental, y lo hace cumpliendo bien lo que dice.

Este modo Historia funciona como un tutorial magistral, introduciendo al jugador en las complejidades de las mecánicas de manera gradual y sin abrumar. La narrativa nos pone en la piel de un patricio que inicia su carrera política, permitiéndonos aprender las bases del juego mientras cumplimos objetivos y mejoramos la reputación de nuestro personaje. La curva de aprendizaje está bien diseñada, enseñando el funcionamiento de las clases sociales, la infraestructura, el comercio, la política y el entretenimiento.

Por ejemplo, los primeros pasos nos llevan a construir viviendas rudimentarias, pozos de agua y puestos de mercado para satisfacer a los Liberti (libertos) y Peregrini (extranjeros).

La creación del mundo es sencilla: seleccionar una provincia, trazar caminos y asignar zonas residenciales. Sin embargo, la falta de feedback claro al colocar edificios — algunos terrenos son inválidos sin explicación — puede frustrar inicialmente. Aun así, la satisfacción de ver las primeras chozas convertirse en un incipiente vicus (aldea) engancha. Este modo nos permite explorar un mapa de la Galia y el sur de Britania.

Esta mecánica y tutorial nos lleva a que tengamos ya nuestra ciudad, que satisfaga las necesidades de sus habitantes, y así paguen impuestos. Estos ingresos, a su vez, se reinvierten en nuevas construcciones o en el avance de la carrera del jugador en Roma, lo que desbloquea más opciones de edificación. Se prescinde de complejas cadenas de producción, ya que la mayoría de los recursos se adquieren, permitiendo al jugador concentrarse en el acto de construir. Con respecto al jugador, inicialmente este asume el papel de un funcionario romano menor con la ambición de ascender en la jerarquía a través de la gestión de colonias.

 

 

Disfrutando de la partida

Cuando se dominan los conceptos básicos de la campaña, el verdadero rostro de Pax Augusta se despliega en el modo carrera. Aquí se expande la visión de Gassmann para disfrutar plenamente del juego. Al mando de una pequeña colonia que debemos desarrollar y hacer florecer, mientras hacemos progresar al personaje, ya que la obtención de puntos de influencia permite avanzar en la jerarquía política hasta alcanzar un escaño en el senado, lo que implica la creación y abandono de varias ciudades a lo largo de nuestra carrera.

El juego es un juego de construcción, claro está, y este es uno de los pilares del juego, con una diferenciación crucial según el nivel social de los ciudadanos, elemento vital en la Roma antigua. Las casas, por ejemplo, solo pueden ser habitadas por clases específicas (Liberti, Peregrinos, Cives, Senadores), lo que exige una planificación urbana minuciosa, de pequeñas casas hasta las Domus e Insulae más grandes. La posibilidad de añadir huertos a las casas para mejorar la producción temprana de alimentos es un detalle que refleja la minuciosidad histórica. La demanda de servicios y entretenimientos varía según la clase social, desde mercados y lugares de enterramiento para los menos pudientes, hasta Arenas, templos, letrinas, baños, acueductos y murallas para la alta alcurnia. Todo esto, por supuesto, demanda una gestión económica férrea.

Para obtener los necesarios denarios, se requiere una combinación de comercio y expansión y recaudación de impuestos. La producción de ladrillos, vasijas o la extracción de madera para exportar, y la importación de materiales para erigir estructuras, son esenciales. Un aspecto destacable es el sistema de comercio de esclavos, necesarios para la extracción de mármol y la minería de hierro, otro detalle más de los que evidencian la búsqueda de una precisión histórica profunda. Dentro de Pax Augusta nos vamos a encontrar un montón de mecánicas que no están presentes por mero capricho, ya que están intentando plasmar con exactitud la vida en los días del Imperio Romano.

Un detalle que me encanta, ya que en su momento lo trabajé mucho en la carrera de Historia, es el del abastecimiento de agua, que veo aquí como otro ejemplo de la complejidad y el detalle del juego. Requiere la colocación de pozos y la construcción de una eficiente red de acueductos, aplicando un elaborado sistema de física que el jugador debe dominar para asegurar que el agua llegue a su destino.

 

 

No podemos olvidarnos del Foro, centro neurálgico de la ciudad, que es de vital importancia. Su posición no solo determina el cardo y el decumanus maximus, las vías principales de toda ciudad romana que otorgan beneficios a los edificios conectados, sino que también es el punto desde el cual se pueden crear estructuras clave como basílicas, que luego nos permiten conocer a personajes históricos, o edificios que desbloquean nuevas tecnologías, como el calendario, que mejora la producción de alimentos al informar sobre los ciclos de cosecha. Aquellos familiarizados con la planificación urbana romana o las reconstrucciones históricas encontrarán un verdadero paraíso en los detalles. El juego ofrece una vasta gama de opciones de edificación, todas ellas meticulosamente detalladas y fieles a la Historia.

Pero es que es fiel hasta extremos de verdadera locura, como la gestión del tráfico: el desarrollador ha implementado efectos en las carreteras que reflejan la aversión de los romanos al ruido de los carros, una lección de la que Anno 117 bien podría aprender. Otro es la manera en que se presentan conceptos como las relaciones patrón-cliente, sin necesidad de explicaciones profundas, sino de forma tácita, deleitará a los entusiastas de la historia.

Vamos a comentar ahora el desarrollo del personaje, esa suerte de cursus honorum que tenemos que ir realizando para alcanzar el Senado Romano. Conforme la colonia progresa, se obtienen puntos de influencia que permiten mejorar características o pagar para ascender en la jerarquía política y alcanzar un escaño en el senado.

Más allá de la construcción, Pax Augusta incorpora un mapa del mundo al estilo Mount & Blade, donde el jugador puede viajar para contratar compañías teatrales o gladiadores, establecer acuerdos comerciales e incluso fundar asentamientos adicionales. Esta característica conecta la ciudad con el Imperio Romano en su conjunto, otorgando una sensación de pertenencia a un mundo más amplio. La figura de Vitruvio, el ingeniero de la ciudad, añade un toque interesante al permitirle explorar el mapa en busca de ubicaciones ideales para puentes y otras estructuras, aunque esta mecánica puede resultar un tanto torpe al no indicar directamente dónde se pueden colocar ciertas construcciones.

Aparte, me encanta el modo foto, ideal para capturar cúpulas y columnatas bajo el atardecer, lo que recuerda a pasear por las ciudades de Total War, o ver las batallas cinemáticas de Star Wars: Empire at War, aunque aquí el crecimiento es urbano, no bélico.

Los gráficos y el estilo artístico de Pax Augusta son notables. El diseño se inclina fuertemente hacia el realismo, con una buena capa de autenticidad. Los templos de mármol blanco y los puestos de mercado de madera amplifican la sensación de una ciudad romana, y los edificios se distinguen fácilmente, incluso cuando están cerca unos de otros. El mapa del mundo representa un paisaje verde con caminos pavimentados y marcadores que hacen que la navegación sea clara y organizada.

 

 

¡Sólo un rato más!

Lo primero, en cuanto a la rejugabilidad, el modo carrera de Pax Augusta ofrece una experiencia casi infinita, ya que el objetivo de ascender en la jerarquía política implica la creación y el desarrollo de múltiples colonias. Cada nueva partida presenta desafíos únicos y la posibilidad de experimentar con diferentes estrategias de desarrollo. La duración de las partidas es variable, dependiendo de la ambición del jugador y de cuánto desee ascender en la jerarquía senatorial, lo que puede llevar a muchas horas de juego. Cuidado, que el rendimiento en PCs potentes decae con metrópolis muy pobladas, un recordatorio de los límites técnicos de un proyecto indie.

Pax Augusta carece de modo multijugador, pero ofrece rejugabilidad mediante mapas estáticos con condiciones variables. Además, ofrece un modo sandbox que permite al jugador experimentar libremente con la construcción de su ciudad ideal. Con ello, la posibilidad de crear diferentes escenarios urbanos y experimentar con distintas configuraciones de edificios asegura horas de entretenimiento para aquellos que disfrutan del aspecto puramente arquitectónico y de gestión.

 

 

OPINIÓN

Lo primero que tengo que decir es que este juego tiene el aprobado de mi parte más censora y dura al valorar la parte histórica de un juego, o la adecuación de una película desde su novela. Pax Augusta es un título que irradia pasión y dedicación por parte de su desarrollador. La atención al detalle en la arquitectura y la atmósfera romana, junto con sus sólidas mecánicas de construcción y gestión, lo convierten en una propuesta creo que buena para los aficionados a los city-builders e imprescindible para los aficionados que además amen Roma. Y hace todo esto con su enfoque en la precisión histórica, el detalle en las mecánicas de gestión y el apartado gráfico, sumamente cuidado, lo convierten en una propuesta única dentro del género. La banda sonora, además, complementa a la perfección la ambientación, sumergiéndonos de lleno en la experiencia romana.

Sin embargo, el juego se ve empañado por una serie de problemas técnicos significativos. La cámara es inestable, la carga de los mapas es lenta y, lo que es más preocupante, la línea de misiones de la historia puede romperse, impidiendo el progreso. Si estos fallos se pulen, Pax Augusta tiene el potencial de convertirse en una sólida adición al género y en una experiencia disfrutable para los amantes de la historia y los juegos de construcción. Después de todo, el Imperio Romano no se construyó en un día, y Pax Augusta merece la oportunidad de consolidarse, es un coliseo majestuoso, con algunas grietas.

Cuidado, no es un juego para todos, debido a su carga histórica, de detalle y su enfoque en la gestión. Eso si, para los que amamos estos juegos, podríamos decir algo que Pax Augusta me recordó por qué amamos los juegos de estrategia: no por el espectáculo, sino por los sistemas que nos hacen sentir como arquitectos de imperios.

 

GRÁFICOS: Los gráficos y el estilo artístico de Pax Augusta son notables. El diseño se inclina fuertemente hacia el realismo, con una buena capa de autenticidad.

NIVELES: La construcción de las ciudades y la dificultad y el desbloqueo de nuevos edificios según se van adquiriendo rangos en el escalafón romano hacen de este punto un sólido argumento a favor del juego.

SONIDO: La banda sonora, que tiene que acompañar en un juego de gestión, retrotrae a las típicas de lo que consideramos como romano.

JUGABILIDAD: Quizás el debe más grande, ya sea por las limitaciones de colocar edificios, la dificultad inherente a un buen diseño Pero en todo caso, todo lo que está ahí está bien pensado y cuidado.

ENTRETENIMIENTO: No es para todo el mundo, pero para aquellos a los que les guste Roma y la construcción de ciudades será una delicia.

 

 

Desde Somos Gaming queremos dar las gracias a Senatis por facilitarnos clave del juego

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Pablo
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