Análisis – Treasure Hunter Simulator
¡A la caza del tesoro… o de la paciencia!
Bueno, pues aquí estamos un análisis más, listo para meterle mano a un juego que, si bien suena a fantasía de explorador, en la práctica me ha hecho sudar más de lo que esperaba. Hoy le toca el turno a «Treasure Hunter Simulator» en su versión para Nintendo Switch. Y déjenme decirles, este es uno de esos títulos que te prometen una aventura épica con mapa en mano, pero te entregan… bueno, ya lo veremos.
La promesa de una vida de riquezas
Desde el primer momento en que uno ve el nombre «Treasure Hunter Simulator», la cabeza te empieza a volar. Piensas en Indiana Jones, en Lara Croft, en expediciones a lo desconocido, desenterrando artefactos milenarios y, por supuesto, bañándote en oro. Y la verdad es que la premisa del juego es justo esa: convertirte en un cazador de tesoros profesional. Armado con tu detector de metales, pala y un puñado de herramientas, tu misión es recorrer el mundo en busca de reliquias perdidas, ganar fama, prestigio y, obviamente, un buen montón de billetes.
El juego te sitúa en diferentes localizaciones geográficas, desde paisajes europeos hasta selvas densas, cada una con sus propias particularidades y tipos de tesoros a encontrar. La idea de viajar por el globo, con tu fiel detector zumbando, es tremendamente atractiva. El menú inicial te da acceso a tu equipo, al mapa, a las misiones y a la enciclopedia de tesoros que vas encontrando. Todo parece estar en su lugar para una aventura digna de exploradores de sillón.
La realidad de la búsqueda: más tedio que tesoro
Ahora bien, y aquí es donde la cosa se pone seria, la ejecución de esa prometedora premisa… bueno, digamos que tiene más agujeros que un campo de minas.
El gameplay principal es bastante sencillo y, lamentablemente, repetitivo. Te desplazas por un escenario más o menos abierto, con tu detector de metales activo. Cuando el detector empieza a sonar con más intensidad, significa que hay algo bajo tus pies. Luego cambias al modo pala, cavas un agujero, y con suerte, ¡bam! Ahí está tu tesoro. Si no, a seguir cavando como un topo furioso. Y este ciclo se repite, y se repite, y se repite.
La detección de tesoros es, en ocasiones, frustrante. El detector tiene un rango limitado y la señal no siempre es lo suficientemente precisa como para pinpoint el objeto al primer intento, requiere mucha práctica y algo de suerte. Esto lleva a muchos momentos de «cava aquí, no está; cava allá, tampoco». Y cuando encuentras algo, a veces es solo una lata vieja o un clavo oxidado, lo cual es realista, sí, pero no precisamente emocionante.
Los controles en Switch son… adecuados. Nada del otro mundo, pero tampoco catastróficos. Moverte por el mapa es fluido, y la interacción con las herramientas es intuitiva. Sin embargo, no hay nada que realmente te haga sentir inmerso. No hay vibración HD que te haga sentir la tierra bajo tus pies, ni una respuesta táctil que te haga creer que estás realmente desenterrando algo valioso. Y un simulador se supone que te tiene que sumergir en la experiencia.
El sistema de progresión y la economía
A medida que encuentras tesoros, estos se añaden a tu enciclopedia y puedes venderlos para ganar dinero. Este dinero se usa para mejorar tu equipo: mejores detectores con mayor alcance y precisión, palas más eficientes, etc. También hay un sistema de misiones que te encarga encontrar ciertos tipos de objetos o tesoros específicos en determinadas ubicaciones. Completar estas misiones te da una buena recompensa económica y te abre nuevas áreas.
El problema es que la progresión se siente lenta y el impacto de las mejoras no es tan notorio como uno esperaría. Pasas muchas horas recogiendo objetos de poco valor para poder costear una mejora que apenas te da una ventaja marginal. Esto desincentiva la exploración y fomenta el «farmeo» de objetos, lo cual, para ser sincero, es la antítesis de la aventura.
Variedad de escenarios y tesoros
El juego promete variedad de ubicaciones, y aunque las hay, la verdad es que los escenarios se sienten bastante vacíos y repetitivos en cuanto a diseño. Una vez que has visto un par de árboles y unas cuantas rocas, los demás biomas se sienten como un copy-paste con una capa de pintura diferente. No hay secretos ocultos, ni rompecabezas ambientales, ni nada que invite a la exploración más allá de la señal de tu detector.
En cuanto a los tesoros, sí, hay una buena cantidad de objetos diferentes: monedas antiguas, joyas, armas viejas, estatuas, y un largo etcétera. La satisfacción de encontrar un objeto raro y ver su valor en el mercado es real, pero la emoción se desvanece rápidamente cuando te das cuenta de que la forma de encontrarlo siempre es la misma: caminar, escuchar el pitido, cavar.
Se ve, se siente…?
Visualmente, «Treasure Hunter Simulator» no es un portento gráfico. Los modelos son bastante simples, las texturas son planas y la iluminación es básica. En el modo portátil de la Switch, los gráficos se ven aún más borrosos y con menor resolución, lo que no ayuda a la inmersión. Los escenarios, como mencioné antes, carecen de vida y detalles, haciendo que las sesiones de juego se sientan más como un paseo por un desierto genérico que por un lugar histórico lleno de misterios.
En cuanto al rendimiento, el juego es… aceptable. No experimenté caídas de frames drásticas que rompieran la experiencia, pero tampoco es que haya muchos elementos en pantalla que exijan un rendimiento excepcional. Cargar las nuevas áreas puede tomar un poco de tiempo, pero una vez dentro, la fluidez es constante.
El apartado del sonido es quizás el más flojo. La música de fondo es genérica y se vuelve repetitiva muy rápido. Los sonidos ambientales son escasos y poco convincentes. Lo más importante, el sonido del detector de metales, cumple su función, pero no tiene esa gratificación auditiva que te esperas cuando te acercas a algo grande. No hay tensión, no hay emoción, solo un «bip-bip» que se acelera. Esto es crucial en un juego de exploración, ya que el sonido debería ser una guía auditiva y un generador de expectación.
La jugabilidad, cómo comenté anteriormente es buena, buen manejo, intuitivo, interfaz fácil y fluidez del juego.
La historia que cuenta el juego no está mal, hemos heredado equipo y espíritu aventurero y seguimos el legado familiar buscando tesoros y reliquias históricas. Algunas incluso dan auténticas lecciones de historia, resulta algo instructivo.
En cuanto al entretenimiento, si eres de esas personas con una paciencia infinita, que disfrutan de la repetición y encuentran satisfacción en el progreso incremental, por lento que sea, entonces quizás le encuentres el gusto. Si te fascinan los detectores de metales en la vida real y quieres una simulación de esa experiencia sin salir de casa, puede que este juego sea para ti. Es un título para relajarse, sin presiones ni desafíos complejos.
Pero si buscas una aventura emocionante, con giros argumentales, personajes memorables, gráficos de última generación o un gameplay innovador, entonces este no es tu tesoro. La falta de profundidad en las mecánicas, la monotonía de las misiones y un apartado técnico sin florituras hacen que la experiencia, para la mayoría de los jugadores, se vuelva tediosa antes de ser gratificante.
En definitiva «Treasure Hunter Simulator» en Nintendo Switch es un juego que prometía oro pero entrega… bueno, bastante tierra y algunas monedas de cobre. La idea es buena, la fantasía de ser un cazador de tesoros es atrayente, pero la ejecución es demasiado superficial y repetitiva para mantenerte enganchado a largo plazo. Le falta chispa, le falta alma, le falta esa sensación de descubrimiento genuino.
Desde Somos Gaming queremos dar las gracias a Ultimate Games S.A por facilitarnos clave digital
Síguenos en X para no perderte nada y en nuestros canales de WhatsApp y Telegram
- Análisis – Treasure Hunter Simulator REVIEW - 20 julio 2025
- Análisis – Peglin REVIEW - 20 julio 2025
- Análisis – The Precinct REVIEW - 24 mayo 2025