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Pluto ¿El mejor anime de 2023?

Pluto ¿El mejor anime de 2023?

Ni lo sé ni me importa, pero tienes que verlo

 

 

 

El anime es hoy un brutal e imparable fenómeno del que disfrutan cientos de millones de personas de distintas generaciones a lo largo y ancho del mundo, y el cual no para de crecer desde hace décadas. Existen animes de todo tipo y para todos los gustos y edades, desde los sempiternos shonen a miniseries cómicas que no pasan de las dos horas, animes tremendamente adultos, y no estoy hablando del hentai, otros de terror, deportivos, infantiles, o en formato de película.

Ya hablaremos algún día de la historia del anime y su importancia y peculiaridades, solo decir que este pasado 2023 a sido uno de sus años más esplendidos con los acontecimientos de “One Piece”, el final de “Ataque a los titanes”, el anuncio de la enésima saga de la veteranísima y adorada “Dragon Ball”, que nos va a enterrar a todos, o el esperadísimo estreno de “El chico y la garza” de Miyazaki, entre otros, haciendo de este un ejercicio histórico.

Y no exagero con lo de histórico. Pues “El chico y la garza” quizá la última obra, quizá no, del estudio Ghibli, acaba de ganar el globo de oro por primera vez para un anime, y ya se habla de que es uno de los mejores largometrajes del longevo estudio de animación japonesa, lo cual, con su historial, son palabras mayores que justifican de manera holgada mi habitual tendencia a la hipérbole.

 

 

Más allá de eso, entre los meses de octubre y noviembre, y casi por sorpresa, se nos presentaron tres magnificas series cortas, dos de ellas auto conclusivas, y muy diferentes entre sí, de las que os quería hablar antes de terminar el año, pero ya sabéis eso de que si quieres hacer reír a un dios cuéntale tus planes. En cualquier caso ¿Qué más da? Estas obras han llegado para convertirse de inmediato en clásicos atemporales, así que en las próximas semanas hablaremos en estas páginas de “Samurái de ojos azules” y “Buenas noches, mundo”, y hoy lo haremos de “Pluto”, que me ha volado la cabeza.

Dicho esto, dejemos ya de presentaciones y vamos a lio con “Pluto”, que más allá de ser el perro de Mickey y de su creador es uno de los mejores animes en su estilo que he visto nunca ¡Y mira que los hay excelentes!, siendo Ghost in the Sell posiblemente el mejor, o como mínimo el más reconocido en su género, pero este ha llegado para convertirse al instante en un anime de ciencia ficción indispensable, y que, pese a haber sido estrenado hace solo unos meses y desarrollarse en un supuesto futuro, nos conecta con el origen mismo del manga y el anime. Luego os cuento.

Esta historia nos sitúa, como decía, en un futuro distópico, o casi podríamos hablar de un presente alternativo, en el que robots y humanos conviven en sociedad. Muchos de estos robots son solo maquinas que se encargan de las laboras más duras, nada nuevo bajo el sol, pues eso ya ocurre desde hace tiempo en nuestro mundo, pero otros son casi indistinguibles de las personas, pudiendo tener trabajos, propiedades y familia, permitiéndoles incluso adoptar niños y realizando actividades tan humanas y fútiles para ellos como comer o beber por pura empatía, o adaptación, según se mire.

 

 

Recuerda en muchas cosas a grandes obras de la fantasía robótica como “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” de Philip K. Dirk y su celebérrima adaptación al cine “Blade Runner”, a la novela de Asimov y su adaptación fílmica homónima “Yo, robot”, o también, y mucho, a la nunca suficientemente reconocida “I.A inteligencia artificial” de Spielberg.

¡Hay! Ese final, Steven ¡Pero por qué eres así!

Eso solo por poner algunos ejemplos excelsos de este tipo de cuentos que la ciencia ficción nos ha legado en cantidad y calidad, y exponer con ello que, sí te gustan esta clase de relatos, estoy bastante seguro de que la obra de la que hablamos hoy te va a fascinar.

Y como no podría ser de otra manera, están presentes en ella las tres leyes de la robótica dictadas por el padre de esta, el antes mencionado Asimov;

Primera

Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño.

Segunda

Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellos que entren en conflicto con la primera ley.

Tercera

Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.

 

 

La cosa es que existen en este mundo una serie de siete robots superiores al resto, cada cual con su estilo y bastante diferentes entre sí, pero que tienen algo en común; su decisiva participación en la reciente guerra entre los Estados Unidos de Tracia y sus aliados y contra el Imperio de Persia, a causa de unas supuestas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. ¿Os suena de algo?

Y es que este universo es casi el nuestro sin serlo, aunque es un trasunto tan poco disimulado que hasta la Sagrada familia aparece, por poner un caso que me resulto curioso, entre otros lugares, países y entidades auténticas reales. Pero lo suficiente como para que la realidad no desvíe nuestra mirada de lo importante.

De entre estos robots solo os hablaré algo más en profundidad de dos, el resto los tendréis que ir conociendo mejor con el paso de los capítulos. Apenas los nombraré y diré que sus personalidades y características únicas son una compleja delicia muy lejana de la frialdad que se le supondría a una máquina, lo que los convierte, y ya sé que esto suena a topicazo, en más humanos que el humano medio en muchos aspectos. Y creedme, los querréis conocer.

Desde el gigante noble Mont Blanc, adalid de la naturaleza y con el que empieza todo, pasando por la historia del viejo pianista ciego y su mayordomo North No. 2, un amante de la música que antes fuera un arma letal, Brando y Hércules, dos luchadores de la arena robótica y viejos camaradas de guerra, llenos de honor, nobleza y amor por la humanidad, o el apolíneo Épsilon, un ser casi literalmente de luz, tan poderoso como pacífico y protector de los más débiles, todos son unos personajazos de los que es fácil prendarse, plenos de carácter y profundidad.

Aparte de estos siete, destacar también a un extraño y desasosegante oráculo robótico clavado en la pared con una lanza, y que es el único robot de la historia en saltarse la primera ley de la robótica, a un osito de peluche que alberga una IA super avanzada y que es la mano derecha del intrigante presidente de los Estados Unidos de Tracia, y o la hermana de Atom, un robot super sensitivo con la apariencia de una niñita, entre algunos otros.

 

 

Todo muy raro, ¿no? Pues ni hemos empezado.

También hay en la historia una serie de humanos en los que no nos detendremos mucho rato, a pesar de todo lo interesante que nuestra especie tiene, que es mucho, con esa pugna eterna por nuestras almas entre el bien y el mal y esa capacidad de amar y odiar, de crear y destruir, casi ilimitada. Lo cual no quiere decir que no sean relevantes en esta historia, al contrario, ya que al final todo va de nosotros, todos los mitos, las leyendas, los cuentos, las creencias… todo. ¿De qué otra cosa iba a ir sí no? Sencillamente es que aquí no son los protagonistas del relato.

Y ya que hablamos de protagonistas, vamos con Atom y Gesicht que si que lo son, dentro de que esta es una obra que es bastante coral.

Atom es un robot niño japonés que por su apariencia engaña respecto a su poder, y cuyo mismo origen procede de un trauma profundo y de una mente perversa, aunque su papel en el conflicto del que antes hablábamos es sobre todo conciliador. Es un chico robótico tan adorable y de buenos sentimientos como malévolo y oscuro es su padre, que recuerda en formas, aspecto y genialidad al de Shinji en Evangelion, el pérfido Gendo Ikari. Sin estar tan presente como Gesicht, su papel en la trama, en el que por supuesto no voy a ahondar, es fundamental.

 

 

Gesicht es el principal hilo conductor de esta historia, un inspector alemán de la interpol que pasa por ser el robot más poderoso del mundo, gracias a su casi indestructible cuerpo de Zeronium y a una IA extremadamente avanzada que lo podría hacer pasar por humano sin problemas. El será el encargado, entre otras cosas, de investigar las extrañas y casi rituales muertes de ciertos robots y de las personas relacionadas con estos, llevando la parte detectivesca del asunto al tiempo que conocemos su lado más personal junto a su esposa y sus deseos de tener una vida lo más normal posible dentro de lo extraordinario de su condición. Pero hay otra cosa, un asunto de capital importancia que iremos descubriendo a lo largo del relato y del que tampoco diré nada más por el bien de la experiencia.

Y por supuesto tenemos que hablar de Pluto. ¿Qué quién o qué es Pluto? Pues no sabría muy bien como explicarlo aunque quisiera, que no quiero, pues ahí está la esencia del asunto. Sí puedo decir que Pluto es el sospechoso de los asesinatos, al tiempo que un misterio envuelto en un enigma vestido de tormenta devastadora y homicida. Pluto es el resultado final de muchas cosas y el final que resulto de otras muchas; es el dolor, la pena y el odio que pueden nacer del amor y la bondad. Pluto es un condenado y un verdugo, la semilla de un campo de flores que deviene en erial por culpa de la ambición y la maldad, Pluto es…

Bueno, para saber lo que es tendréis que ver los ocho capítulos de una hora que conforman este maravilloso anime, y que se pasan en un suspiro, pues más allá de ser un personaje Pluto es una idea, y si os la cuento os destripo lo principal de la trama. Y sería una pena.

 

 

Y es que de esto va este relato, de ideas que sacuden nuestra mente y sentimientos que vapulearan nuestro corazón, pues más allá de las misteriosas confabulaciones y las épicas batallas enmarcadas en una animación soberbia, con el toque justo de modernidad para encantarle a un veterano como yo y a la vez lucir juvenil, este anime nos habla de la vida misma, de lo que significa ser humano, pues, ya que no podemos reconocernos solo mirándonos a los pies, aquí se nos ofrece un espejo donde poder vernos bien, y pocos hay que nos ofrezcan un reflejo mejor que un remedo tan perfecto de nuestra especie que incluso nos supera, con lo terrorífico que eso puede llegar a ser. Sí no que se lo pregunten a Deckard en aquella azotea bajo la tormenta; “Todos esos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia” Pelos de punta.

Este hubiera sido un buen momento para dejarlo aquí, con toda esta lírica y supuesta pompa, e irme a ver una de las muchas versiones de “Blade runner”, quizá la del montaje del director, pero antes, casi al principio, me comprometí a contaros, sin que nadie me lo pidiera, como este paradigma de lo que puede llegar a ofrecernos el anime moderno nos lleva directamente al origen del mismo. Lo hice porque lo considero relevante, así que vamos con ello.

Retrocedemos casi un siglo, al 3 de noviembre de 1928, y nos vamos hasta Japón, más concretamente a Toyonaka, una ciudad en la prefectura de Osaka, fecha y lugar en los que nace un bebe al que ponen de nombre Tezuka, Osamu Tezuka. Sabéis, y si no ya os lo digo, que no suelo dar muchos datos, pues ¿De que sirve llenar este articulo de nombres japoneses que vais a olvidar, y yo también, a los 10 segundos? Además, todo eso ya está en la red, para quien le interese. Pero en este caso está más que justificado, ya que este sí que es un personaje a recordar por su vital importancia, ahora veréis por qué.

 

 

El bueno de Tezuka es conocido en Japón como “El padre del Manga” o “El dios del manga”, y no sin razón, pues fue él quien dio origen al estilo narrativo y visual del mismo, convirtiéndolo en todo un fenómeno en el deprimido Japón de posguerra, transformando lo que eran unas viñetas bastante rígidas y simplonas, con relatos cortos y auto conclusivos, en historias con un estilo dinámico, personajes complejos y tramas largas, adaptando a ellas todo tipo de historias y temáticas.

No contento con eso hizo lo propio con la animación nipona, y aquí llega el punto que lo conecta con el reportaje de hoy, ya que fue él quien creó el anime tal y como lo conocemos hoy tanto dentro como fuera de las islas del sol naciente con su obra “Astro Boy”, una manga sobre un chico robótico y sus aventuras publicado entre 1952 y 1968, y que se adaptaría para la televisión entre 1963 y 1966, convirtiéndose en el primer anime emitido de forma regular en Japón y siendo todo un éxito que se replicó fuera de sus fronteras por primera vez en la historia.

Todo lo que vino después, el enorme fenómeno global que es hoy y su influencia en el arte y la sociedad, partieron de este señor. Los clásicos ojos grandes de los personajes, las tramas largas y complejas o la diversidad y profundidad de temas tan propias del manga y el anime que todos conocemos provienen de Tezuka, entre otras cosas.

Después vendrían muchos otros; nombres como Miyazaki, Takahata o Toriyama, y obras como Mazinger Z, Heidi, Marco, Campeones Dragon Ball, Naruto, One piece, Ataque a los titanes, Akira, Ghost in the Sell o los mismísimos estudios Ghibli, entre una lista inabarcable de obras y autores, pero este señor, el Odín del comic y la animación nipona, si me permitís el nórdico epíteto, pues le viene al pelo, fue quien lo echo todo a rodar, y aún a día de hoy su influencia sigue presente y es bien visible.

 

 

Y aquí llegamos a la conexión directa a través de más de nueve décadas con la obra de la que hablamos hoy, pues esta historia es la reinterpretación actualizada de uno de los arcos más conocidos y duraderos de “Astro Boy” llamado “El mayor robot de la tierra”, bajo la supervisión del hijo de Tezuka y adaptado este anime que vio la luz en octubre de 2023, uniendo de forma directa aquella época primigenia con la actual.

En resumen, que me ha alucinado y que la veáis, que creo que os va a gustar mucho. Y ahora sí me voy a ver “Blade Runner”, que se ha hecho tarde.

 

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