Primeras impresiones – Become the Moon
Cuando Hearthstone y Slay the Spire tienen un hijo
INTRODUCCIÓN
Tengo que decir que llevo varias semanas saturado, tanto de novedades en videojuegos como en el propio trabajo. Cuando se acumula mucha tensión, y se acumulan los videojuegos a probar, uno se siente tentado de mandar todo a la porra e irse a la luna. Y es que nos encontramos en un mercado saturado de propuestas que intentan replicar fórmulas de éxito, y casi siempre les cuesta bastante conseguirlo. Pero de vez en cuando surge una joya que se atreve a deconstruir un género para ofrecernos algo genuinamente nuevo. Este es el caso de Become the Moon, un título desarrollado por Feldspar Games, Ben Allen y Mosman y editado por Alibi Games que hemos podido probar en SomosGaming gracias a GamePress, y que saldrá a la venta al público general el día 19 de junio de 2025.
Vosotros diréis que a primera vista, puede parecer otro roguelike de construcción de mazos (esos de los que podríamos hacer en Somos Gaming un apartado especial y que siempre me pido probar), pero bajo esa superficie se esconde uno de los ejercicios de diseño más puros e interesantes que hemos visto en mucho tiempo, un juego que toma la inspiración de gigantes como Hearthstone para llevarla a un terreno completamente inexplorado y fascinante.
Por centrarnos en el juego, «Become the Moon» destaca por su combinación de mecánicas. Su género, una mezcla de construcción de mazos y auto battler con elementos roguelike, se intuye rápidamente, recordando a Hearthstone en su interfaz y mecánicas de cartas, aunque con una jugabilidad diferente. La construcción del mazo nos obliga a tomar decisiones estratégicas sobre qué cartas incluir, mientras que los combates automáticos añaden un elemento de imprevisibilidad. La variedad de cartas, con diferentes efectos y costes de maná, permite crear diversas estrategias. Algunas cartas otorgan bonus permanentes a los minions, mientras que otras tienen efectos temporales o se activan durante el combate. Además, tenemos gestión del maná y el posicionamiento de los minions en el campo de batalla como elementos cruciales para la victoria. El sistema de «tier up» añade profundidad al juego, permitiéndonos mejorar la calidad de las cartas en nuestro mazo a medida que avanzamos.
PRIMERAS IMPRESIONES
El primer contacto con Become the Moon es engañosamente familiar para los que tenemos experiencia en este tipo de juegos. Nos encontramos ante un tablero, un retrato de nuestro avatar con 30 puntos de vida y un enemigo al otro lado. Sin embargo, en cuanto empezamos a interactuar con su menú y a entender sus reglas, nos damos cuenta de que estamos ante una bestia diferente. El juego fusiona de manera magistral tres géneros: la planificación metódica de un constructor de mazos, la adaptabilidad constante de un roguelike y el caos controlado de un auto-battler.
La premisa es sencilla: luchamos en una serie de combates, y entre ellos, mejoramos nuestro mazo. La estética es minimalista pero efectiva, centrando toda la atención en lo que importa: las cartas y el campo de batalla. Pero la verdadera declaración de intenciones del juego llega con sus dos mecánicas fundamentales: los esbirros o minions que juegas en el tablero se quedan allí permanentemente entre rondas (si sobreviven), y las cartas que añades a tu mazo no pueden ser eliminadas jamás. Esta es la primera impresión real del juego: cada decisión, desde la primera carta, es un compromiso irreversible que definirá toda la partida.
La partida arranca con una decisión crucial: un draft de cinco cartas de nivel 1. Aquí no hay tutoriales extensos; el juego nos invita a aprender sobre la marcha. El tutorial nos guía a través de los primeros pasos, explicando cómo jugar cartas de nuestra mano al campo de batalla para invocar minions con diferentes atributos de ataque y salud. También aprendemos a usar hechizos para mejorar a nuestras unidades y a gestionar nuestro maná, el recurso necesario para jugar cartas. La mecánica de descarte al final de cada ronda implica estrategia en la gestión de la mano. Las cartas se dividen en tres tipos: Esbirros, que son las unidades que luchan por nosotros; Hechizos, que aplicamos para obtener efectos instantáneos; y Hechizos de Batalla, que otorgan efectos pasivos al inicio de cada ronda.
El primer esbirro que ponemos en juego se siente como un momento trascendental. Al permanecer en el tablero, ya no volverá a nuestro mazo, lo cual lo «elimina» de futuros robos, haciendo que nuestro mazo se incline cada vez más hacia los hechizos. A medida que usamos todas las cartas de nuestro mazo de robo, subimos de nivel, lo que nos otorga un punto de maná adicional y nos obliga a añadir cinco cartas más de un nivel superior. Este ciclo de crecimiento constante es el corazón de la experiencia. Los primeros combates son un ejercicio de aprendizaje, donde entendemos que la posición de los esbirros (atacan de izquierda a derecha) y la gestión del maná son tan importantes como las propias cartas.
Avanzando en la partida es donde Become the Moon despliega todo su potencial. Lo que empieza como un mazo modesto se convierte rápidamente en un ecosistema complejo y lleno de sinergias explosivas. La estrategia no reside tanto en crear un mazo «perfecto» y pulido, sino en saber adaptar y aprovechar el monstruo creciente que nosotros mismos hemos creado.
Las posibilidades son enormes. Podemos enfocarnos en un arquetipo «zoo», llenando el tablero de esbirros de bajo coste con efectos «al morir» que desencadenan devastadoras reacciones en cadena. O quizás prefiramos unidades con la habilidad «Volar», que se benefician mutuamente, o potenciar unos pocos esbirros hasta convertirlos en colosos imparables. Las reliquias, artefactos pasivos que obtenemos tras ciertas victorias, otorgan mejoras permanentes al estilo roguelike, pudiendo alterar drásticamente nuestro plan de juego, como hacer que los esbirros invocados ataquen al instante.
Ver cómo una simple invocación desencadena una cascada de efectos — un esbirro ataca, su ataque potencia a otro, que a su vez activa un efecto «al morir» de un tercero, limpiando el tablero enemigo antes de que puedan reaccionar — es increíblemente satisfactorio. El juego nos hace sentir como un genio de la estrategia cuando nuestros planes, a menudo improvisados, culminan en una victoria aplastante.
Al ser una experiencia para un solo jugador (al menos en su estado actual), la longevidad de Become the Moon recae por completo en su rejugabilidad, y en este aspecto, brilla con luz propia. La naturaleza roguelike, con drafts de cartas y reliquias aleatorias, garantiza que no haya dos partidas iguales. Sin embargo, es su mecánica de mazo creciente la que eleva la rejugabilidad a otro nivel.
El juego permite elegir entre diferentes personajes iniciales, cada uno con habilidades y estadísticas únicas, lo que añade un componente estratégico desde el principio. La posibilidad de crear un mazo inicial personalizado con cinco cartas adicionales es un acierto, ya que garantiza que cada partida se sienta diferente. La mecánica de combate, aunque rápida y a veces difícil de seguir, es el núcleo del juego. Los jugadores despliegan sus minions en el tablero y observan cómo se desarrolla la batalla automáticamente. La sinergia entre cartas y reliquias es fundamental para la victoria. El juego también cuenta con un sistema de tiers que permite añadir cartas más poderosas al mazo a medida que avanza la partida.
Cada partida es un nuevo puzle estratégico. Un draft desafortunado no es el fin, sino un desafío para encontrar sinergias inesperadas. Esta obligación de adaptarnos constantemente a las cartas que nos vemos forzados a añadir nos empuja a explorar estrategias que nunca habríamos considerado.
SENSACIONES Y DESEOS
Become the Moon es, sin lugar a dudas, uno de los títulos más llamativos e inteligentes del género de construcción de mazos en tiempo. Sus audaces decisiones de diseño y su muy buena implementación, como los esbirros permanentes y la imposibilidad de eliminar cartas, no son un mero capricho, sino los elementos base de una experiencia estratégica profunda, pura y extremadamente gratificante. Todo esto deja entrever un enorme potencial para el juego completo, con más cartas, enemigos y reliquias que expandirán aún más este universo de posibilidades.
Es un juego accesible para los recién llegados pero con un techo de habilidad altísimo que recompensará a los jugadores más dedicados. Become the Moon no es solo un juego prometedor; es una prueba de que la innovación real a menudo reside en cuestionar las reglas más básicas.
Desde Somos Gaming queremos dar las gracias a GamePress por facilitarnos clave del juego
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