Análisis – Airlock Arena
Cooperativo espacial con base roguelike
Hoy en SomosGaming traemos Airlock Arena, un título que combina el frenesí del caos cooperativo con la impredecibilidad del espacio exterior. Desarrollado por un peculiar dúo de padre e hijo y publicado directamente en Steam bajo el sello de Frostbane Studios, este juego llega sin grandes campañas de marketing, pero con una premisa sencilla y adictiva: sobrevivir como contrabandistas espaciales junto a hasta tres amigos. Inspirado en clásicos como FTL: Faster Than Light pero mezclando el multijugador y el caos que hace a Among Us tan atractivo, este juego debería ofrecer partidas infinitas gracias a su generación procedural de niveles.
El juego, que ha salido en su versión final el 25 de marzo de 2025, agradecemos a GamePress la oportunidad de tener una clave de prueba que hemos podido probar, entre lo caótico y lo estratégico. Airlock Arena propone una experiencia cooperativa desenfrenada donde cada sesión puede terminar en gloria o tragedia total.
Pantalla de inicio
La primera impresión del juego es modesta pero efectiva. Desde el primer momento, el menú principal nos sumerge en la atmósfera espacial con una estética retro-futurista que recuerda a los juegos indie más icónicos de la última década. El menú con ilustraciones de naves destartaladas y una banda sonora electrónica que evoca el aislamiento del espacio.
Airlock Arena se presenta como un juego de acción cooperativa en perspectiva cenital, con mecánicas roguelike, misiones generadas proceduralmente, y un fuerte componente de gestión y caos compartido. Desde el menú, ya se pueden percibir los contrastes entre lo absurdo, lo peligroso y lo profundamente entretenido. La sensación es clara: esto no es un simulador serio. El género se define como un caos cooperativo de supervivencia espacial, donde 2-4 jugadores asumen el rol de contrabandistas ineptos que deben reparar naves, esquivar autoridades y vender mercancía… ¡aunque sea ilegal! La personalización de personajes, con opciones como «Dick Ramirez» o «Kaye», y trajes en colores vibrantes, anuncia un tono humorístico desde el principio.
¡Empezando a jugar!
Los primeros pasos en Airlock Arena no son precisamente amigables. El tutorial, aparentemente desactivado por defecto o de forma accidental, deja al jugador sumido en la confusión inicial, obligado a aprender sobre la marcha. Si bien esto podría molestar a jugadores novatos, también aporta un componente de realismo y urgencia: en el espacio, nadie te explica nada, simplemente sobrevives… o no.
El tutorial es opcional, y omitirlo conduce a un caos inmediato. Los primeros minutos son un maremoto y la curva de aprendizaje es empinada: sellar brechas en la nave, gestionar el oxígeno y evitar que las «minas espaciales» te volatilicen son tareas que exigen coordinación. La creación del mundo es mínima, pero la personalización de la nave (colores, nombres absurdos) y la aleatoriedad de los contratos añaden un toque de frescura.
Tras elegir entre una partida en solitario o cooperativo (local o online), el juego nos lanza directamente a la acción. Es un acierto que la curva de aprendizaje sea empinada pero justa: en minutos, ya estás corriendo entre salas, sellando brechas y gritándole a tus amigos que «¡esa puerta no se abre!».
El proceso de inicio de partida incluye seleccionar contratos que varían en dificultad y recompensa, ajustando así el riesgo – recompensa de cada misión. Los jugadores eligen sus trajes, discuten los colores con humor y se preparan para el desastre inminente. Ya desde estos momentos se nota que el juego apuesta fuertemente por el gameplay emergente, más que por una estructura tradicional o narrativa guiada.
Disfrutando de la partida
Una vez dentro del juego, Airlock Arena despliega todo su arsenal de mecánicas caóticas. Cada misión es una prueba de coordinación, rapidez y decisiones difíciles. El juego mezcla acción en tiempo real con tareas técnicas: reparar sistemas, gestionar oxígeno, recolectar carga, rescatar tripulantes o enfrentarse a criaturas alienígenas.
Cada jugador puede controlar diferentes secciones de la nave, utilizando jetpacks, herramientas, y hasta cargando cuerpos de compañeros muertos. Sí, los cuerpos de tus aliados pueden ser reutilizados como recursos o vendidos — una decisión tan absurda como moralmente ambigua, que refleja el tono oscuramente humorístico del juego.
Las mecánicas, aunque confusas al principio, tienen profundidad: el sistema de contratos ofrece múltiples objetivos, desde contrabando hasta rescates. Hay una economía de recursos simple pero efectiva, con dinero que se gana al completar tareas, aunque la muerte es constante y, a menudo, ridícula. Las colisiones, explosiones y errores humanos son parte esencial de la experiencia.
Cada misión es un circo: un jugador intenta vender cuerpos de alienígenas en el mercado negro, otro repara paredes rotas, y alguien grita porque se quedó sin oxígeno. La historia es casi inexistente, pero la idea de las misiones hace que los jugadores la creen. La gestión de riesgos es clave: contratos de alto peligro pagan más, pero un error puede dejar tu nave hecha trizas. Misiones secundarias como rescatar «carga viva» (¡alienígenas que intentan escapar!) o evitar que las autoridades intercepten tu mercancía añaden variedad. Eso sí, la repetición de objetivos y los bugs ocasionales (como cuerpos que desaparecen o colisiones erráticas) restan algo a la experiencia.
El combate es rápido y satisfactorio, con armas variadas (desde pistolas láser hasta lanzallamas improvisados) y enemigos que exigen estrategias distintas (algunos son lentos pero resistentes; otros, rápidos y letales). Eso sí, la dificultad puede ser brutal si el equipo no se coordina.
¡Sólo un rato más!
El modo multijugador es el corazón del juego, ya que la verdadera magia está en la cooperación. Dividir roles es vital: uno repara escudos, otro elimina intrusos, otro gestiona el oxígeno… Hasta que alguien muere, claro. Arrastrar el cadáver de un compañero hacia un respawn —mientras esquivas disparos — es tan divertido como estresante. Gracias a *Steam Remote Play*, incluso jugadores sin copia pueden unirse, una ventaja enorme. La rejugabilidad es alta — cada partida dura entre 20 y 40 minutos —, pero tras algunas de horas, ciertos patrones en la generación procedural se hacen evidentes.
Aunque no hay «final» oficial, la motivación reside en superar tus mejores puntuaciones o desbloquear mejoras permanentes. Eso sí: jugar en solitario pierde gran parte del encanto.
OPINIÓN
Airlock Arena tiene una virtud es convertir el caos en diversión pura, especialmente con amigos dispuestos a reírse de sus propios errores. La generación procedural y el arte retro cumplen, aunque peca de cierta repetición a largo plazo y una curva de dificultad que puede frustrar a nuevos jugadores. No es un juego para todos, pero aquellos que abracen el caos encontrarán una joya cooperativa cargada de personalidad.
Si buscas un *roguelike* para reírte (y gritarle) a tus amigos, *Airlock Arena* es una excelente opción. Pero si prefieres experiencias solitarias o narrativas profundas, quizá el vacío espacial te decepcione.
GRÁFICOS: Tenemos una estética 2D retro. La estética pixelada, aunque sencilla, brilla en detalles como el movimiento de los personajes o las explosiones de los aliens.
NIVELES: La narrativa brilla por su ausencia, y es básicamente un diseño de niveles bien cuidados.
SONIDO: La música ambiental acompaña perfectamente la sensación de estar a bordo de una nave en el borde del universo conocido.
JUGABILIDAD: Sencilla de aprender, aunque con algunos errores a la hora de controlar o algunos bugs.
ENTRETENIMIENTO: Lo más interesante es cuestión de jugar con otras personas, y gran parte del entretenimiento del juego consiste precisamente en esta parte cooperativa.
Desde Somos Gaming queremos dar las gracias a GamePress por facilitarnos clave del juego
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