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Los microordenadores de 8 bits y el curioso caso español

Los microordenadores de 8 bits y el curioso caso español

 

 

Los microordenadores de 8 bits, que, aunque muy populares en los ochenta, no suelen estar tan presentes como las videoconsolas en el ideario colectivo gamer, con las míticas Atari, NES o MasterSytem que dominaron ese terreno a nivel global, fueron para toda una generación la primera computadora doméstica, al tiempo que la primera máquina en la que jugar a juegos, sobre todo en algunos países. En mí caso, y aviso que hoy se vienen varias batallitas como está, fue con un Sinclair ZX Spectrum 128k+2, una versión mejorada de su antecesor, creado en el 1982 por Sir Clive Sinclair, y que fue sacada cuatro años más tarde en unas curiosas circunstancias que contaré después.

Pude hacerme con el gracias a lo recaudado en mi primera comunión, y la verdad es que la intención inicial fue la de comprar una videoconsola, algo con lo que mis dos hermanos y yo soñábamos, pero, con buen tino, y después veréis porque, entre un primo nuestro y algún otro familiar que poseían Spectrum y su influencia, mis padres pensaron, y yo estuve de acuerdo, que lo mejor era hacernos con el ordenador, donde además de jugar se podían hacer más cosas, y además, tanto la maquina como los juegos tenían unos precios muy competitivos.

Así que allí nos plantamos, con una tele de 14 pulgadas en blanco y negro que nos prestaron, pues claro está, en la tele del salón no se jugaba, que se rompía (Hasta medio año después no tendríamos la suerte de tener una de 14” propia a todo color) y 6 juegos que venían con el ordenador, entre los que estaban clásicos como Phantomas 1 y 2, Game Over, Nonamed, Camelot Warrior y otro del que no guardo recuerdo ya que nunca funciono, teniendo nuestra primera experiencia gamer domestica allá por 1989.

Cierto que antes habíamos poseído alguna “Watch & Game”, de las que guardo grandes recuerdos y de las que ya hablaremos algún día, y habíamos jugado también a nuestros primeros arcades en el bar de turno, pero tanto el recorrido de las pequeñas maquinas LCD como el presupuesto para las maquinas grandes daban para lo que daban. Como os podéis imaginar, para unos niños de 9,7 y 4 años, aquel flamante ordenador era una fantasía. ¡Si hasta mi padre se echaba alguna partidita cuando volvía del trabajo! Le gustaba especialmente el “Paper Boy” que le prestó un amigo, y al que, aunque mira que tratábamos de enseñarle, siempre fue bastante manco.

Y no solo eso, si no que a mi hermano mediano y a mí, hoy programadores titulados, nos permitió dar nuestros primeros y titubeantes pasos picando código en C, apoyados por el libro “BASIC”, que venía incluido, y con la ayuda del primo anteriormente mencionado que nos pasaba programas manuscritos, aparte de facilitarnos un teclado dibujado en un folio con los comandos correspondientes a cada letra, que en nuestra versión del Spectrum no venían salvo por el “Load” y poco más. Eran otros tiempos.

Aquello de verle las tripas a los juegos a tan temprana edad nos voló la cabeza, y nos influyó de forma decisiva en la vida, como ya he contado, pues tu percepción gamer cambia para siempre cuando ves las cuerdas del titiritero, y mucho más aún cuando aprendes, entre probaturas y enredos, a manejarlas. Y, aunque cada uno con su historia, me consta que existen hoy muchos veteranos programadores y amantes de los videojuegos que comenzaron en este mundo más o menos igual que nosotros.

Así que, por el cariño que les proceso, y por la importancia e influencia que han tenido en la historia de la computación personal y de los videojuegos, vamos a dedicarles este merecido reportaje.

 

Antecedentes

Aunque el inicio de estos ordenadores es algo confuso, pues hubo muchos experimentos no demasiado fructíferos comercialmente desde principio de los setenta en multitud de países, como el estadounidense Kenbak-1 de 1971 o el Micral N francés de 1973, entre tantos otros, pero fue el también estadounidense Altair 8800 el primero con un verdadero éxito comercial. Se solían basar en el microprocesador Intel 8008, y se vendían como kits para que el cliente los ensamblara en casa, aunque sus buenas ventas propiciaron que comenzaran a crearse unidades ya ensambladas para llegar a más usuarios y no solo a los fans de la informática de la época, sentando las bases de la computación domestica que hoy es un estándar en nuestra sociedad, y ofreciendo algunas primeras opciones jugables, aunque aún muy primitivas.

 

Curioso el aspecto de este arcaico Altair 8800

 

Apple; una manzana, un garaje y dos jóvenes brillantes

Los genios de la informática Steve Jobs y Steve Wozniak crearon en el garaje de los padres del primero el Apple I, cuyo diseño fue lanzado en 1976 produciendo y vendiendo unas 200 unidades. Un éxito humilde, pero que permitió a esta pareja de iluminados tener la base técnica y económica para dar salida en 1977 a su versión mejorada, el Apple II, uno de los primeros ordenadores ya ensamblados y listos para usar y que fue un tremendo éxito, lo cual dio pie al crecimiento de una compañía que se estableció como una referencia en el mercado, atesorando a lo largo de los años enormes éxitos he innovaciones y que a día de hoy sigue de total actualidad.

Esta máquina pionera introdujo los gráficos a color y el sonido, con una gran base de software y juegos y la introducción de la hoja de cálculo VisiCalc, todo un hito que contribuyo mucho a la notoriedad del sistema y a su popularización no solo en hogares, sino en escuelas y empresas de EEUU, y que además atravesó el charco para ser también muy popular en Europa.

 

El Apple II fue muy utilizado en centros educativos y empresas

 

Commodore 64, el gran rival de Apple

Commodore nació en Canadá en 1954, y se trasladó a EEUU en 1962, dedicándose en principio a las calculadoras y otros ingenios electrónicos. Pero fue en 1977, con la salida de Commodore PET, cuando entro en el mundo de la informática personal, siendo uno de los pioneros. Aunque sería en 1982 con el lanzamiento de Commodore 64 cuando se convirtió en uno de los nombres más destacados de este nuevo tipo de ingenios, con un enorme éxito y ventas millonarias en todo el mundo, aunque principalmente en EEUU, donde llegó a superar al Apple II gracias a un gran rendimiento gráfico y sonoro y un precio asequible, dejando una huella imborrable en la historia de los videojuegos.

 

 

Atari, contigo empezó (casi) todo

Los de Atari no solo dieron el pistoletazo de salida al mundo de los videojuegos cuando instalaron la primera máquina de Pong en un bar allá por 1972, inundando después con su ingenio medio mundo, si no que tres años después también crearían el primer sistema domestico de videojuegos de éxito de la historia, la legendaria Atari 2600. Y no contentos con eso, en 1979 lanzó al mercado el micrordenador de 8 bits Atari 400 y Atari 800, uno más simple y asequible y el otro más caro y complejo.

Pero la compañía estadounidense, que domino con mano de hierro durante casi 10 años la industria de los videojuegos, en este campo pinchó en hueso y no pudo ser tan exitoso como sus contemporáneos, los ya nombrados Comodore64 o Apple II, pero sí que dio alguno de los primeros pasos a este concepto de máquina de juegos y ordenador donde podías compilar código que devendrían con el tiempo en nuestros PCs.

 

 

MSX, un caso aparte por varios motivos

El MSX, como en tantos otros casos, nació como un concepto para una videoconsola, en vista del gran éxito de Atari en la década de los setenta, pero la crisis de estas en el 83 les hizo cambiar de idea y emplearon su tecnología de 8 bits en crear un curioso micrordenador que tuvo un gran predicamento principalmente en Japón, donde opuso cierta resistencia a la recién nacida NES, aunque también en parte de Europa y Sudamérica. En el mercado anglosajón apenas tuvo cabida, y por el contrario en Cuba y la Unión Soviética ocupo el lugar de los Apple y Commodore en las escuelas e instituciones, vendiéndose por tanto en grandes cantidades.

Poseía una gran capacidad grafica y de sonido, aunque sus características más destacadas fueron que se trataba de un estándar, es decir que cualquier compañía podía crearlos, y que con su unidad para cartuchos integrada fue un hibrido entre videoconsola y ordenador muy singular, y una opción como maquina de juegos de los más pintona.

 

Un hibrido y un estándar, características que lo hicieron único

 

Sinclair ZX Spectrum, y el curioso caso de los 8 bits en España

Pues aquí es donde me voy a extender algo más, ya que este micrordenador fue el más exitoso en España provocando un fenómeno que aún tiene ecos en nuestros días, aparte de ser, como contaba al principio, el que tuvimos en casa, y que supuso para nosotros no solo nuestra primera experiencia jugable casera, si no nuestro primer acercamiento intimo a los videojuegos mediante la programación, y viceversa.

Uno de los recuerdos de mi niñez, grabado de forma indeleble en mi memoria, y seguro que en la de muchos de los que esto leéis, es el de los agudos chirridos y las rayas de colores pasando a toda velocidad por la pantalla de la tele cuando estaba cargando algún juego. Introducías la cinta en el reproductor de casete, pulsabas Load “” Enter (También se podía cargar con Run”), le dabas al Play, y se producía una psicodelia de luz y sonido en la pantalla que, tras un rato, a veces bastante largo, y si no saltaba algún error por el camino, terminaba por cargar y convertirse en un videojuego. Aguardar expectante con los dedos cruzados esperando que no diera error durante, en ocasiones, más de 15 minutos, formaba parte de la experiencia. Lo ideal era ponerlo a cargar antes del almuerzo o la merienda para tenerlo listo al terminar.

Y es que la carga de juegos en cintas de casete era tan lenta como llamativa e inolvidable. Y también barata, lo cual ayudaba a coleccionar poco a poco un buen número de títulos. Eso antes de la popularización de los radiocasetes de doble pletina, con los que perpetrábamos nuestros primeros pirateos caseros con suma facilidad, pero aquello fue casi al final de esta época.

Nosotros comprábamos los nuestros en un quiosco de prensa que tenía fuera uno de esos expositores de cintas en donde irremediablemente encontrabas a Camela, el Fary o Manolo Escobar entre toda una caterva de folclóricas, pero en una de sus cuatro caras estaba lo nuestro, toda una serie de cintas de juego para nuestro ordenador esperando a que le echáramos el guante. Nuestros padres nos compraban uno al mes, pues 600 pesetas no era mucho, sobre todo si lo comparamos con las 6.000 que solían costar los cartuchos para consola, y, además, cuando juntábamos algún dinerillo de aquí o de allí o llegaba un cumpleaños, caía algún título extra, llegando a tener una muy buena colección de juegos en casa.

Pero por ahora dejemos las batallitas a un lado y vamos a empezar por el principio.

Sir Clive Sinclair, nacido en 1940 en Londres, fue un ingeniero, inventor y empresario con una mente muy curiosa y abierta. Ya antes de ponerse con el tema de la computación había creado, en 1961, una tele portátil, y en 1967 sacó al mercado una calculadora eléctrica. Fue en 1980 cuando lanzó el ZX80, llamado “el ordenador más pequeño y barato del mundo”. No era muy potente, además de ser en blanco y negro, sin capacidades graficas ni de sonido, pero sí que traía un teclado y conexión a la TV y a un casete de cintas para cargar programas. Un año más tarde vio la luz su sucesor, un mejorado modelo que cambiaba los 12 chips anteriores por uno solo, lo cual abarataba costes y mejoraba la fiabilidad.

 

Un concepto que buscaba funcionalidad y economía

 

Pero fue en 1982 cuando realizaría el aporte al mundo de la informática por el que hoy tiene un nombre destacado en su historia, el ZX Spectrum, que obtuvo un éxito comercial enorme en sus dos versiones de 16 y 48 Kbyte, principalmente en Reino Unido y España, y que ya tenía color, aunque muy limitado, y sonido a través de un pequeño altavoz.

En 1985, y debido a la fiebre por estas máquinas de Sinclair que se vivía en nuestro país, se da un caso muy curioso, la fabricación en España del Spectrum + 128 K, por medio da la filial del Corte Inglés Ivestronica, Esta era una maquina retro compatible, ya que la mayoría del software disponible era de 48kb, aunque pronto se empezaría a crear nuevo software, gran parte desde España, de 128kb, además de aportar un teclado numérico y un editor de textos, que fueron eliminados en su paso a las islas británicas, donde en cambio se le añadió un sistema de menús que luego veríamos en los modelos de Amstrad. Una curiosidad de este modelo es que, al ser de fabricación española, el teclado incluía tanto la ñ como las aperturas de los signos de exclamación e interrogación, pues así lo exigía la ley.

 

El Spectrum 128k, desarrollo que nos habla de la pasión en España por estos aparatos

 

Y ahora llegamos al espécimen que un servidor y sus hermanos disfrutaron tanto, el Sinclair ZX Spectrum 128K+2, pero, de forma paradójica, para hablar de él tenemos que dejar de hablar de Sinclair y ponernos al lío con su competencia más directa, Amstrad.

 

Amstrad, competidor y a la postre salvador de los Spectrum

En 1986, y tras el fracaso de un innovador Sinclair QL, una maquina revolucionaria de nada menos que 32 bits, pero que no supo encontrar su lugar en el mercado y se pegó un batacazo, y el tremendo desastre del desarrollo de un coche eléctrico, el Sinclair C5 (sí, un coche eléctrico, no sé por qué le daría por ahí al bueno de Sir Clive, pero no se le puede negar que visionario e innovador era el tipo), una idea revolucionaria , pero que por desgracia para el británico no obtuvo el permiso de circulación por su baja altura, siendo la puntilla para la empresa de Sinclair, viéndose obligado a vender esta a un competidor que había nacido un par de años antes, Amstrad.

Amstrad saco ese mismo año al mercado el Sinclair ZX Spectrum 128k+2. Este modelo, con el reproductor de casetes incorporado, carcasa gris, un teclado spring-loaded, doble entrada de joystick y un grabador de casetes llamado datacorder, seguía la línea de su antecesor, aunque con algunas mejoras que hicieron más difícil la retrocompatibilidad. Recuerdo que algunos juegos de 48k no podían cargarse en él, aunque existía algún que otro “truquito” con el que algunos de ellos terminaban tirando.

 

Que buenos recuerdos me trae esta fantástica máquina

 

En cualquier caso, para cuando nosotros tuvimos el Spectrum, ya existían muchos juegos de 128k, bastante mejores por lo general que los de 48k. De hecho, en el quiosco de prensa donde nosotros comprábamos las cintas, el precio de las de 48k era de 300 pesetas y el de los de 128k de 600.

Y hablando de juegos, es momento de nombrar algunos de los que recuerdo más destacados, aparte de los 6 que ya venían con el ordenador, como por ejemplo “Indiana Jones y en busca del arca perdida”, “Viaje al centro de la tierra”, el mítico y ya nombrado “Paper Boy”, un simulador de repartidor de periódicos, “Typhon”, mi primer juego de aviones, un beat `em up de scrool vertical, “Cabal”, con un port más que notable del arcade, el “Emilio Butragueño”, mi primer videojuego de fútbol, o el magnífico “Batman the movie”, una traslación de la versión de Tim Barton del hombre-murciélago bastante fiel, y en la que durante sus cinco fases pasabas de un plataformeo de acción a conducir el batmovil, el batwin o a resolver puzles, una chulada para la época. Eso solo por nombrar unos pocos.

 

Batman the movie” fue para mí uno de los mejores juegos para Spectrum

 

Pero antes de continuar, retrocedamos un poco para comentar brevemente los orígenes de Amstrad.

Amstrad fue creada en Gran Bretaña en 1968 por Alan Sugar como una empresa de electrónica de consumo, pero en los ochenta, ante el sonido de todo ese dinero que manaba como un geiser de la joven industria de los videojuegos, este puso su aguda vista en ella. Se caracterizaba por hacer productos confiables pero económicos, principio que compartía con Spectrum, y que le hizo triunfar en varios países de Europa, principalmente en Reino unido, Francia y España, con su Amstrad 464 de 1984.

Y no solo eso, si no que aparte de llevar un reproductor de casetes incorporado, incluía un monitor, de fosforo verde o a color, lo que la convertía en una maquina totalmente autónoma, cosa no menor en unos tiempos en que no era muy común tener dos televisores en casa. De como llegaron los primeros 500 Amstrad en España, junto con otra multitud de sorprendentes historias de la llamada “Época dorada del videojuego español”, del que ahora después daremos una imprescindible pincelada, tendremos que hablar otro día, pues merecen un capítulo aparte, y lo tendrán.

 

Lo de incorporar la pantalla era un punto muy a favor

 

En fin, como decíamos antes, Amstrad compró Sinclair, y con sus dos máquinas triunfó de gran manera en parte de Europa en la segunda mitad de los ochenta, haciendo frente a las videoconsolas y a otros 8 bits mucho más potentes en lo jugable mediante sus precios, y aunque tuvieran un nivel claramente más bajo en cuanto a gráficos, la cantidad y calidad de port, y el gran número de títulos a buen precio, hicieron que fueran durante unos años una autentica fiebre en Gran Bretaña y España, principalmente.

Amstrad saco alguna nueva y mejorada de estas máquinas, incluyendo unidades de disco de 3” y alguna novedad más, e incluso trató de saltar al mundo de las videoconsolas, que ya que a principios de los noventa dominaba claramente el mercado junto a los ordenadores de 16 Bits, con muy poco éxito. Así que se apartaron de los videojuegos y se dedicaron a las comunicaciones, entre otras cosas, donde no les fue nada mal, por cierto.

 

Edad de oro del Software español y herencia

Spectrum y Amstrad fueron los dos grandes nombres en cuanto a micrordenadores en España y Gran Bretaña, donde la locura por ellos no solo los hizo ser competidores de la popular NES, dominadora casi sin rival en el resto del mundo, si no que, como decía al principio, dio lugar a varias generaciones, entre los últimos X y algunos de los primeros milenial, de amantes de los videojuegos y de programadores.

Esto dio lugar en ambos países a un fenómeno que se podría asemejar en algo al de los jóvenes youtubers del principio de la plataforma de videos, pues chicos de 14, 15 o 16 años que, como mi hermano, mi primo y yo mismo, gustaban de hurgar en los códigos, terminaron convirtiéndose en precoces programadores de videojuegos autodidactas, algunos con enorme éxito, creando, o formando parte, de compañías tan legendarias y fructíferas en España como Dinamic, Topo Soft y Opera Soft, entre otras, alcanzando éxitos internacionales y ganando una buena pasta. Y como no nombrar a una distribuidora como la legendaria Erbe, de la que ya hablaremos en su día con más calma. Ya fuera de nuestras fronteras, compañías como Ultima, Ocean o Sierra On-Line crearon algunos videojuegos maravillosos que muchos recordaréis.

 

La abadía del crimen” de Opera Soft es uno de los casos más brillantes y reconocidos

 

Eso nos lleva hasta hoy, pues el software patrio está cada día más fuerte, y desde hace unos años multitud de compañías españolas se esfuerzan en sacar adelante grandes títulos, algunos de fama internacional. Cosa de la que en Somos Gaming nos congratulamos y apoyamos.

Y todo eso viene en parte de aquella semilla, de aquellos primeros juegos, y de los primeros intentos de picar código en nuestros fascinantes 8 bits.

A día de hoy estás maquinas siguen muy vivas, y existe mucha afición por programar juegos en Basic para sus sistemas, llegando tener una biblioteca de juegos exorbitante, se calcula que de más de 20.000 títulos, una barbaridad. Incluso acaban de sacar un ZX Spectrum portátil que, cuando lo vi, me hicieron lo ojos chiribitas.

 

Menuda monada de portátil

 

En definitiva, los micrordenadores de 8 bits tienen un lugar muy destacado, no solo en el campo de la informática, siendo las primeras computadoras personales para mucha gente, sino en el mundo de los videojuegos donde tuvieron, y aún mantienen en cierta manera a través de su legado y de la nostalgia de quienes los disfrutamos, un lugar preeminente en la historia.

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